Arte en tiempos de movimiento restringido

Con sede entre Bogotá y Londres, la artista Débora Delmar reflexiona sobre el lente espejado de la vigilancia. Según lo relatado por Nathalie Agostini, quien tuvo la oportunidad de hablar con la artista.

Débora Delmar, Vigilante, 2020, Bogotá / Londres. Cortesía de RED MIAMI.

Débora Delmar, Vigilante, 2020, Bogotá / Londres. Cortesía de RED MIAMI.

Los espejos tienen la capacidad mágica de hacer trampas y engañar. Desde el arte óptico de los espejos mágicos chinos hasta trucos como el fantasma de Pepper, los espejos pueden contribuir a la observación del mundo natural, o a la ilusión del mismo. El espejo unidireccional, que parece reflectante en un lado y transparente en el otro, se patentó en los Estados Unidos a principios del siglo XX y se ha utilizado en el contexto de la observación unidireccional desde entonces. Las salas de interrogatorio de la policía, los laboratorios de investigación de mercado, las cámaras de ejecución, la televisión de realidad e incluso ciertas cámaras de seguridad son solo algunos contextos en los que se utiliza el espejo unidireccional.

Débora Delmar, Vigilante, 2020, Bogotá / London. Courtesy of RED MIAMI.

Débora Delmar, Vigilante, 2020, Bogotá / London. Courtesy of RED MIAMI.

Durante dos semanas en septiembre de 2020 una red de artistas entre Londres y Bogotá cubrió las ventanas de sus hogares con una película de espejo de una cara, creando fachadas llamativas que interrumpieron el entorno urbano residencial de los barrios de Brockley y Teusaquillo. La acción artística, llamada Vigilante, fue organizada por MIAMI, una galería dirigida por artistas en Bogotá que se adaptó al cierre de espacios públicos durante el encierro nacional al invitar a una red de creativos a interactuar con la interfaz de sus residencias personales.

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La idea de producir exteriores de inflexión minimalista en las dos ciudades fue de Débora Delmar, una artista del sur de Londres que a menudo trabaja con instalaciones, videos y esculturas. “Los espejos de doble cara se usan comúnmente para vigilar en América Latina en lugares como vecindarios cerrados, bancos, [o] edificios de oficinas”, explica Delmar, señalando que el material está más presente en espacios públicos en países como México y Colombia, donde el concepto de vigilancia residencial está más arraigado en la vida cotidiana que en Reino Unido, por motivos relacionados con discrepancias de clases sociales y diferentes niveles de seguridad en los espacios públicos. El título del proyecto resalta su punto: “Vigilante, en español, es un término común que tiene una connotación diferente a la que tiene en inglés”, en el cual vigilante se conoce más comúnmente como un supervisor de exámenes en lugar de un vigilante.

Al cubrir las ventanas con un espejo unidireccional, Delmar, quien nació en la Ciudad de México y estudió en la Royal Academy de Londres, aborda la aplicación de tecnologías de observación en un contexto urbano cotidiano, al tiempo que muestra el encanto estético del medio. “El espejo es esa superficie atractiva y seductora”, dice Delmar. Puedes verte en él, y hay algo seductor en eso".

Si bien el uso del espejo plantea preguntas sobre la ética de la observación unidireccional, el proyecto combina estas contradicciones: el uso ético del espejo transparente, su aplicación a la seguridad y el control, por un lado, y su brillo, que nos atrae por su belleza, por el otro. Después de todo, somos solo humanos: algunos científicos incluso han teorizado que nuestra atracción por las superficies reflectantes podría haber tenido un propósito evolutivo, relacionado con nuestra necesidad de agua.

El proyecto de video e instalación que se llevó a cabo entre Bogotá y Londres pone énfasis en ver y habla de la actividad de Delmar desde el anuncio del primer cierre nacional de COVID en el Reino Unido. En el transcurso de tres meses, Delmar produjo Self Isolation (2020), una serie de fotos diarias que existía principalmente en Instagram, donde compartía imágenes de la vida cotidiana como maquetas disponibles para imprimir y comprar. Aunque intencionadamente banales y repetitivas, las imágenes cotidianas son encantadoras en su sencillez: una flor de cerezo vista desde una ventana se vuelve impresionista cuando se captura con un teléfono; un plato de fruta, iluminado a la perfección, puede convertirse en un tocador de naturaleza muerta en el apartamento cerrado de cualquier persona. El trabajo de Delmar durante el confinamiento, y su exhibición pública bajo movimiento restringido con MIAMI en Bogotá, servirán como un recordatorio que la belleza se puede encontrar en las contradicciones y que el absurdo podría ser un efecto secundario del tiempo— tiempo en exceso.